Cuentan los pasillos de Las Vegas que cuándo el mini Chávez se enteró que el madrileño peleaba con guardia cambiada, a lo Mirta le advirtió a su padre: "¡Se viene el zurdaje!"
En ese momento, en el que supo que no podría hacerle frente, fue cuando elaboró su artimaña. Si, artimaña. Lo del porrito no fue una fiestita y nada más, sino que era su as en la manga.
La idea era fumarse un churrito un rato antes, entrar re loco a la contienda como para que tipo en el sexto round le pegase el bajón y se comiera crudo a Maravilla. El cálculo le falló y el hambre voraz le llegó el décimo segundo asalto. Casi le sale.
Terminó comiendo en el vestuario una rica dulce y grande torta de chocolate.
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